Y los diputados arruinan “El Principito”.

“Las personas mayores son definitivamente muy, muy extrañas” pensó el Principito durante su viaje.
Antoine de Saint-Exupéry.

El domingo anterior en el programa “Día a Día” vi un reportaje en el cual se hablaba del cumpleaños de “El Principito”. Libro que ha cautivado y maravillado a sinnúmero de personas alrededor del mundo.
Son muchas las causas por las que este libro ha perdurado en la memoria de la gente, entre algunas de las causas está por supuesto el merchandising del cual ha sido objeto, pero eso es otro cuento.

Es uno de los mejores libros que he podido leer, tengo muchas ganas de aprender francés por el simple gusto de leer este libro en su idioma original. El libro y su principal personaje ha sido pretexto gráfico para mi trabajo muchas veces, incluso una vez lo tuve que acomodar y diagramar para una edición especial que iba a ser comercializada a bajo costo en el país.

Siempre digo que gracias a este libro comprendí muchas cosas de la vida “adulta” y que en la mayoría de los casos son los ejemplo de cosas que no debo hacer.
Y la lista de cosas por la cual me encanta este libro sigue, como por ejemplo cuando tengo que dibujar un corderito siempre dibujo primero la caja con agujeros, cuando me piden un número el primero que se me cruza es B612, cuando pienso en que hay que podar el césped y la pereza me agobia pienso en los boababs y que si no corto el pasto a la brevedad la casa entera se levantará por los aires y siempre intento ponerme la bufanda para que cuelgue como en los dibujos del libro… de grande quería ser “El Principito”.

Podría seguir hablando un rato más acerca del libro y su significado, el único detalle que me molesta es que aún no me lo puedo aprender de memoria, ya que siempre olvido algún detalle, muchos diálogos desaparecen a veces siento que el libro se me olvida por completo. Claro existe un remedio para ello, lo abrir el buen libro azul, releer y la magia aparece ante mis ojos.

Lastimosamente la magia se cayó al piso el domingo, cuando al final del reportaje televisivo mencionado en un inicio, el o la periodista tuvieron el poco tino de ir a pararse al congreso a preguntar a los diputados que les parece “El Principito” y las dos respuestas presentadas en el programa fueron molestas para mí.
La primera de un roldosista. El pendejo (no tengo otra palabra para calificarlo y por suerte me he olvidado de su nombre) dice casi textualmente: “odio los diminutivos, ¡qué principitos! ¡Qué cosas de esas! Yo he leído el Príncipe de Maquiavelo por eso no admito los diminutivos…”
Repito: ¡Pendejo!. El señor no tiene la más remota idea de lo que trata “El Principito” ya que los dos libros son totalmente diferentes, opuestos, es como meter a algún libro de Saramago y el álgebra de Ardura en la misma bolsa.
Personalmente creo que la única manera que comparar al Principito y al Príncipe es que son libros y están hechos de papel. (sin restar nada de importancia a Maquiavelo y su libro, que es bueno también).
La siguiente intervención televisiva fue menos mala que la anterior, cuando el señor Rivera hace alusión a la cantidad de libros de la literatura clásica que ha leído, pero que no ha llegado a cruzarse con las hojas del libro de De Saint-Exupéry. Por suerte no hace ningún comentario descabellado como el primero.

Aún me rasco la cabeza pensando en cómo llegaron estos tipos al congreso, sin la menor sensibilidad, sin siquiera haber leído un “abstract” de “El Principito” pensando que el Príncipe de Maquiavelo es una receta de cocina para gobernar al mundo y que La Ilíada es un libro para la prosperidad.
Creo que si unos cuantos diputados leyeran al Principito, lo entienden y se miraran al espejo, se vieran como “El borracho”, “El rey” “El vanidoso”, etc.
Y mirarse así, como un arquetipo de los malos, es muy bueno porque luego hacer algo para cambiar y ser mejor es un poco más fácil.
¿Pero cuántos diputados saben leer?

Imagen: "El Principito"

Pastv Serigrafía sobre papel. 2001-2002.