Ayer mientras volvía a casa luego de terminar la jornada. La noche llevaba ya varias horas de vida y yo estaba a punto de apagarme, solamente me mantenían en pie unas inevitables ganas de tomar cerveza. Mientras creaba el escenario perfecto en mi mente, pasaban bares, la tina de un hotel 5 estrellas que no conozco aun, ni siquiera en la tienda de la seño, que siempre la cerveza a punto de congelarse complementaban . Definitivamente quería cerveza con los amigos, sentado en una esquina, con tabacos y el maldito frío de estos días.
—Si tomas cerveza en la sala te da sueño y no hay chiste— decía acertadamente uno de mis mejores amigos.
Tomar cerveza, con los amigos en la calle, eso sí que vale la pena, la auto-tortura del frio en la nariz y en todas las terminales nerviosas del cuerpo, la incomodad de no poder sentarse a nuestras anchas, la intranquilidad de que en algún momento de la velada cualquier vecino con el sueño ligero te arme relajo por estar en su vereda y llame a los agentes de la ley, para que te digan que es penado por la ley libar en la vía pública.
Todo lo dicho antes da ese sentido a casi pernoctar en una calle, pasar necesidad, teniendo un techo para cubrirse y mandando a la porra —sin querer— toda la historia de la vivienda desde que el hombre se metió en una caverna.
Los temas para conversar en esas reuniones se tiñen de profundos y personales, debe ser porque no existen mesas de noche que estorben, no existen los vasos de cristal, los ceniceros, los tapetes, la alfombra y todos los artefactos de la casa moderna que en caso de un abrazo de amistad, un puñete en el nervio o sencillamente ceniza de tabaco mal apagada. Toda esa deja a la mano los sentimientos, la charla que uno tiene anudada desde hace tiempo, las ganas de hablar sandeces, ser un poco más animal, en fin ser un poco más puro, aunque en esa búsqueda tenga que convertirme en una bestia buscando un lugar oscuro para ir a orinar…
Y al final me doy cuenta que en mi intento de salir del acartonamiento, el camino fácilmente puede llevarme a ser una bestia, sencilla y básica.
1 comentario:
Super nostálgico el post. Si hace harta falta esas bielitas, aunque yo prefiero esas largas noches de bielas en la hamburguesas del sese... pero mientras más pasa el tiempo, es más difícil :( nos vamos volviendo personas serias peligrósamente.
Publicar un comentario