jueves, marzo 08, 2007

Simplemente cine

Siempre me ha gustado el cine. Cuando era un enano, me encantaba ir al cine. No podía ir solo por obvias razones, entonces como todo niño emocionado esperaba detrás de la ventana a que llegue mi “ma” del trabajo para que me lleve al oscuro y reconfortante cine.

Llegar a los pies del cine era una completa emoción para mi, en aquel tiempo el cine iba ya en decadencia gracias a los video clubs con el betamax y el vhs, en mi ciudad natal ese vicio era más notorio.
Intentar mirar algo en la taquilla con “barrotes” forjados era difícil, no lo lograba ni en puntillas, entrar y pasar por la cafetería del cine que inundaba el olor de tostada con queso el remate era café o alguna agua aromática. No había canguil (palomitas de maíz o pochoclo).
Los olores son mucho mas pregnantes en el cerebro, muchas imágenes se me pudieron haber borrado hace mucho tiempo, pero el olor a tostada con queso en cualquier lugar del mundo me revuelve el cerebro en un instante y me ubica en la sala.
Entrar a la oscuridad era pues un descubrimiento más, cruzar dos pesados telones para entrar y encontrar una buena butaca completaban el rito.
Las películas que veía se me borraron, no se me ha borrado la silueta de mi “vieja” y de la compañía esporádica del viejo a una que otra función.

El rito poco a poco se convirtió en catarsis, el crecimiento de su capacidad de curación se vio afectado de manera proporcional cuando las viejas salas de cine de mi ciudad comenzaron a desaparecer.
Quedaron los viejos cines en el olvido, muchos se transformaron en discotecas, otros resistiéndose a perecer quitaron la mitad de las butacas para con la parte libre hacer otro tipo de actos. Uno de ellos se convirtió en iglesia de salvamento espiritual y decadencia cultural.
Existió un momento en que todos desaparecieron. Unos más tarde que otros, uno de mis mejores amigos edifico su casa sobre uno de ellos —aunque el siempre diga que cuando llegó ya no había nada—, otro dedicó sus últimos suspiros a las películas pornográficas. Había uno en un cuartel militar, que también era usado como salón de actos y desapareció ese si, rápidamente con la explosión del polvorín en la Brigada en Riobamba.
La última película que alcancé a ver en Riobamba fue Jurasic Park en un teatro colegial adaptado a una pantalla con un proyector medianamente bueno.
Así cuando venía por acá tenía que ir a un cine, salvando el rito para que no se muera también. En Quito recordaba los “dobles” de películas, las imágenes de esa época son más claras, podía ver “Twister” y “Batman” de un solo sentón, pagando una sola entrada, una tarde completamente bien invertida en el cine.

Con el tiempo mi gusto por el cine y por el rito aumentó.
Cuando vine a vivir por acá el cine “arte” empezó a hacer mella.
La inauguración del Ocho y medio y el descubrimiento del cine de la CCE (no se como llegué ahi), influyeron en la ampliación del panorama cinematográfico.

Nunca llegaré a criticar de la misma manera una película de Hollywood y una de “autor”, las dos pueden llegar a emocionarme de la misma manera y puedo sentarme 5 días en los festivales de cine y de la misma manera pudiera sentarme a ver las películas del circuito mega-publicitario.
La diferencia entre la una y la otra simplemente la marco por el rito. Si se quiere decir el algoritmo practicado en los dos casos es diferente y eso hace que me pueda mantener la objetividad para ver una película y disfrutarla.
La modernidad ha traído problemas al cine, nadie lo niega, películas en la tele por cable, “DVD” Piratas, afectan el buen flujo de personas al cine. Caminaré a la sala oscura, donde puedo alejarme del mundo y poner mis sentidos en un solo objetivo un par de horas. Dejar toda la parafernalia de la ciudad a un lado, apagar el celular, dejar de oír pitos, para escuchar un montón de parlantes intentando venderme una idea, que en muchos de los casos la compro, simplemente curarme y olvidarme de esa neurosis diaria.
Lastimosamente el olor a tostada, los telones ya no volverán, tampoco las sombras cruzándose por el proyector, la luz amarilla del acomodador ubicando a personas que llegaron tarde. A cambio, el olor a canguil, personas con megabandejas de comida cruzando el espacio reducido entre las butacas. Sillones más cómodos y la luz halogenada y cegadora de la chica del asiento de abajo mandando mensajes toda la película.
Detestaba al acomodador en el cine en los viejos tiempos, hoy detesto los celulares prendidos en el cine. ¿muestra de evolución? No lo creo. Lo único que me reconforta es que el acomodador desapareció…

10 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja!!! pero a la final le hiciste apagar el celular a la chica de abajo!!! asi que ya no te quejes pastv... a veces pasa!... y bueno, cuando yo llegue al cine -que debio ser el benalcazar o alguno de esos- supongo que ya habia palomitas y x eso mi trauma... lo lamento! no lo puedo cambiar... la prox si quieres te preparo tu tostado con queso!! besos

Anónimo dijo...

> Nunca llegaré a criticar de la misma manera una película de Hollywood y una de “autor”, las dos pueden llegar a emocionarme de la misma manera

¡Esa es la actitud! No hay por qué ser tan intolerante y prejuicioso/a. Nada mejor que una comedia romántica Hollywoodense para un domingo por la tarde. Que no te haga pensar demasiado...

Yo, en cambio, extraño al acomodador y su gran linterna. A quienes padecemos de ceguera nocturna (mi mami no me dio zanahoria cuando era chiquita) un pequeño círculo de luz para evitar tropezones no nos caía mal.

Unknown dijo...

Los dos últimos post nostálgicos... Andamos melancólicos???

En cuanto al cine, no hay nada que se compare a meterte dos horas en una sala oscura. El cine vivirá por siempre.

Anónimo dijo...

> no hay nada que se compare a meterte dos horas en una sala oscura.

Pues... en eso estoy completamente de acuerdo.

Anónimo dijo...

... y mejor si es en buena compañía... ¿no?

Anónimo dijo...

funciones dobles...vaya tiempos...todos los estrenos, aunq atrasados con meses pero ahi y juntos. Eso si hay que agradecer q en comodidad las nuevas cadenas han mejorado la cosa enormemente, pero ya sea para disfrutar una cinta "de autor" o una popcorn movie (y eso q yo al canguil del cine no lo puedo oler ni ha kilometros porq me parece espantoso) el cine sigue siendo un reducto donde uno puede desconectarse y durante dos horas ser feliz comiendo chocolate y (en mi caso NO) palomitas de maiz. La receta de Mecano para una salida al cine...añoranza en este blog...

Pastv dijo...

BDJ:un pequeño círculo de luz para evitar tropezones no nos caía mal.
Ahora hay esos leds impresionantemente potentes en los ingresos. Nota mental nunca sentarse al borde de la sala porque los leds te estorban.

MASHU: Andamos melancólicos???
En el anterior si, este es más bien un documento historico.

Pastv dijo...

BDJ:... y mejor si es en buena compañía... ¿no?
Eso es totalmente innegable. Aunque ayer vi a un par que de tanto quererse en la sala, les va a tocar comprar la pelicula en DVD.

ACVV: La receta de Mecano para una salida al cine...añoranza en este blog...
Mecano y cine con funciones dobles. ¡Vaya que nos estamos poniendo inteligentes y un poco viejos por ello!

MGM: jajaja!!! pero a la final le hiciste apagar el celular a la chica de abajo!!!
Si no hacia eso el ojo derecho solo iba a ver una luz halogenada blanca y el izquierdo la peli entera. Y aceptemoslo, mi cerebro masculino no podía deshechar la una imagen y uníalas dos para que las vea. Entonces estaba viendo la pelicula con una mancha blanca y el icono de mensaje en medio de las caras de los actores.

cralvbenalc dijo...

aun recuerdo el cine Pichincha (actual Play Zone en el centro de Quito)... en dupleta y hasta tripleta, con vermouth 2 x 1 y niños gratis vi todas las peliculas de Bruce Lee que alguien pueda imaginarse...

Pentapodologa dijo...

Pues yop llegue a las funciones de la brigada... que se acabo de golpe y porrazo gracias a la explosión del polvorín....