jueves, octubre 26, 2006

De guías y guías…

Como es de conocimiento publico, tuve la buena oportunidad —si la desaprovechaba era un perfecto gil, digno para ir a dormir en la casa del perro— de irme de viaje a Colombia por unos cuantos días a hacer algo que para el fin de este post no interesa.
Gracias a la amabilidad de las personas de allá —a las mismas que agradezco—, pude conocer a mucha gente interesante, ahora grandes amigos, además de muy buenos maestros para mí.
Dentro del viaje hubo un personaje, que no estaba en los itinerarios, una persona que ni siquiera sabía que existía, un individuo que nunca mi mente pensó en conocer, pero de esos encuentros y las acciones breves suelen salir excusas para un post y al mismo tiempo gestar memorias a largo plazo.

La historia comienza, saliendo de la residencia —si residencia, no fui a hotel 5 estrellas, pero igual me trataron bien—, con el fin de ir a buscar unos libros que nos habían recomendado, hicimos esa “vuelta” y continuamos nuestro camino hacia la Plaza de Bolívar, vale aclarar que no nos quedaba lejos y por ello al cabo de poco tiempo llegamos a la plaza y paseábamos conociendo los alrededores de la misma.
Nos ubicamos en la iglesia, luego la pregunta: ¿Trajiste la cámara? —¡¡Noup!! No me avisaron, Era que me avisen que veníamos acá, ¡mudos!— fue la respuesta que dio la única persona que llevó cámara al viaje, cosa que no nos importó mucho en ese momento, ya que aún nos quedaban muchas noches más para volver a aquella plaza.

Mientras los demás conversaban de algún tema que sinceramente no me acuerdo y mientras yo me dedicaba a perseguir y patear palomas —debería ser deporte nacional ese, junto con el calvinball—, se acercó al grupo una persona, era un hombre de unos 60 años, de cabello blanco, barba mal cuidada, y vestimenta desaliñada, tufo a aguardiente añejado al sol en las tienditas de la cercanía, entraba dentro del arquetipo de un mendigo, algo en él producía miedo, se acercó al grupo, que estaba a unos cuantos pasos de distancia, —los que yo me alejé para espantar a las palomas— mientras se acercaba, mi grupo se dio cuenta de su presencia, y reaccionó con el debido miedo/respeto que ese tipo de actitudes de extraños suele generar.
Como somos un grupo bien conciente, de tipos y tipas bien pilas y ordenaditos sobre todo, creamos la formación defensiva del grupo, por si algo llegara a suceder. Cuando la actitud y formación defensiva fue implementada con éxito, el señor se acercó más y nos dijo: —no me tengan miedo, su voz era ronca, carrasposa, profunda, como la voz que debe tener cuando el alcohol y el cigarrillo esta en nuestra dieta básica.
—El lobo le dijo eso a caperucita —pensaba yo mientras intentaba no perder sus movimientos.
Luego te tomar un poco de confianza, dejamos un poco el miedo y le hicimos caso, lo que conseguimos fue un vistazo-resumen de la historia de los monumentos que por allí se ubicaban. Nos explicó muchos detalles de los monumentos, quien los hizo, por qué estan ahí, incluso la conexión de aquellos lugares con la historia Colombiana, entrando a detalles contados con cierto humor, como los de la estatua de Bolívar o la casa donde Manuelita empujó al libertador por un balcón, para salvarlo de la muerte, algo de un florero —que no entendí ese momento— y muchos otros detalles que creo que no recordaré más.
Al momento de retirarse luego de unos cuantos minutos en los que se llevó nuestra completa atención, nos pidió una colaboración mínima a cambio de la clase de historia. Juntamos algo de dinero y se lo dimos.
Con dinero en el bolsillo, regresó por donde había llegado, en silencio, no vimos para dónde fue, tampoco nos interesaba, pero ahí se terminaba el lazo con aquel sujeto.

Mucho tiempo pasó, llegamos a Quito, las actividades cambiaron, algún momento en ese ir y venir de la rutina, encontré en el History Channel, un programa que se llamaba Historias Secretas de Bogotá, me intrigó saber qué tipo de historias serían abordadas en ese programa, además lo tomé la oportunidad del programa como un examen. Voy a ver ese programa a ver si de verdad conocí Bogotá o si solamente la rocé como cualquier otro turista.
El programa comenzó y al poco tiempo iba dándome cuenta que muchas de las historias que aparecían en la TV. Yo las conocía, gracias a aquel personaje de la Plaza.
En ese momento entendí lo del florero, tal como entendía muchas cosas que en aquel día de frío bogotano no llegaba a darme cuenta.
Claro faltaron unas cuantas cosas, que no conocí y que salieron en la TV. Es cierto, pero mi auto examen lo pasé gracias a aquel tipo de la plaza, tipo que nos enseño el Bogotá histórico-escondido por 3000 pesos y algo de atención.

En este momento recuerdo sus palabras ásperas al despedirse de nosotros:
“puedo ser el mejor guía, cuando no me ven como un extraterrestre”. Frase que repitió un par de veces antes de irse…
Hoy luego del tiempo que ha pasado y evaluando lo que gané con aquel acercamiento puedo decir que: creo que él sí era de otro mundo.

8 comentarios:

CS DUDE dijo...

Me río acordándome de la vez que Calvin juega calvinball con la niñera. Tambien me dieron ganas de patear una que otra palomita.

Pastv dijo...

Sí, es cierto la calle tiene un montón de personajes a los que hay que prestar atención. Y los ejemplos como los anteriores son los que, te hacen ir por la calle con los ojos bien abiertos.

formacion defensiva de grupo= has visto a los aviones de combate cuando tienen que cuidar otro avión con carga importante. Igualito, sólo que esta vez lo que teníamos que cuidar era a las niñas del grupo.

Tengo prolemas serios con las palomas, por lo bobas, por lo cochinas y por lo destructivas que pueden ser. Muchas de las cuidades está tomando acciones para bajar el crecimiento de las condenadas proque han llegado a ser una plaga tan grande que pueden dañar esculturas, estatuas, fachadas y demases...

Por lo de calvinball, es un juego-deporte, con unas reglas complicadisisisisisisisisisisimas que practican Calvin y Hobbes, de vez en cuando se junta Rosalyn que es su niñera. En cuanto tenga una historieta de calvinball a la mano te la paso...

Anónimo dijo...

Vaya, eso de guía me suena. Parece que el mundo aunque parezca, no apesta tanto.

Materia Invisible dijo...

Que personaje tan interesante, había olvidado esa historia del florero que tantas veces me narraron mis profesores en la escuela cuando vivía aun en Bogota.

Pastv dijo...

Botellita: yo no te la puedo contar muy bien que se diga, pero investigué y ahi va:

"El viernes 20 de julio de 1810, día de mercado en la ciudad, el señor Luis Rubio con un grupo de ciudadanos de Santa Fe (antigua denominación de Bogotá) encabezados por los criollos Francisco y Antonio Morales, se acercaron al establecimiento del distingido español José Gonzales Llorente ubicado en dicho lugar, a solicitar en préstamo un florero para brindar un agasajo con motivo de la visita del comisionado regio y Capitán de Fragata de la Real Armada don Antonio Villavicencio a la ciudad de Bogotá, la cual se llevaría a cabo el 1 de agosto.
Ante la negativa de Gonzales Llorente, se generó una situación de tensión que terminó por convulsionar a la población que se encontraba en la plaza mayor. Dicha situación despertó los ideales independentistas de los criollos quienes se manifestaron en contra del gobierno español.
Los hechos posteriores desencadenaron el establecimiento de la representación criolla en la Junta Suprema de Gobierno presidida por el Virrey Antonio José Amar y Borbón, por medio del cabildo abierto convocado..."


Wikipedia:http://es.wikipedia.org/wiki/Museo_del_20_de_julio
Más info ampliada en: http://es.wikipedia.org/wiki/El_Florero_de_Llorente

A más de eso quisiera ver cómo cuenta la historia materia invidible...

Saludos.

Pastv dijo...

Además el florero no entra en mis preferencias estéticas....
Y otra que se me ocurre es: ¿Por qué no compraron el florero?
En estos casos la libertad se abre paso, incluso por «buenos» pretextos....

kevinhurlt dijo...

pa que veas

Anónimo dijo...

Menudo sujeto. Lo recuerdo con cierto cariño. Ahí se entiende por que Manu Chau terminó su concierto en la Plaza de San Francisco (hace años, cuando era aún Mano Negra) y se puso a chupar con los mendigos. Sabiduría de la Calle, sabiduría Urbana de primera!