¿Se puede creer en lo anónimo?

En los anteriores días, gracias a un documental, percibí la dificultad de prestar el debido respeto a algo que no lleva firma, esto es entonces un anónimo.
El debate posterior a la presentación del documental, lleva a muchos cuestionamientos, como respuesta a éstos se dieron las más diversas opiniones, los puntos de vista se encontraban opuestos, luego de ello la pregunta es: ¿Se puede creer en lo anónimo?

Juguemos con los casos hipotéticos:

Caso 1:
Pepito tiene una novia, la misma que adora a Pepito, un día Pepe, al salir de sus casa se encuentra con un papel que dice: “no deberías estar tan feliz, tu novia te engaña con el chofer del Trole. F: Anónimo”
¿Qué validez puede tener este papel para la relación de Pepito con su novia?
Dado el caso que Pepito crea lo que leyó en la carta es muy probable que la relación termine, claro es menos posible que termine en crimen pasional, pero siempre hay que tener la opción planteada.

Caso 2:
Escribes algo en tu blog, a alguna persona no le gustó lo que le dices y comienzan los insultos y palabras afines. Lo más probable es que caigas en el juego de insultos e improperios. Luego de ello tu no te sientes tan a gusto con el blog y dejas de escribir como antes lo hacías y cuidas mucho tus opiniones para que satisfagan a todos, dejando de lado lo divertido que era tu blog en un principio..

Caso 3—no tan hipotético—:
En Machala, todos sabemos lo que pasó con el Notario, tema ya recurrente es este blog, entonces vamos a los hechos:
Un camarógrafo realiza su trabajo, el de registrar imágenes de lo que en la ciudad pasaba. Luego de ello, los canales de TV realizan los cortes y cambios necesarios para que la “noticia caliente” llegue a las personas en el país. Al hacer esto, sobra mucho material, el periodista/camarógrafo, edita su material “con tomas nunca antes vistas” y lo exhibe y vende en las calles de la ciudad.

Caso 4 —tampoco tan hipotético, dado las maravillitas de congresistas que tenemos—
Felipito, por casualidades del destino, mira como un diputado (que siempre anda armado y que ha matado a 3 tipos y no va a la cárcel por su inmunidad) recibe sobornos para promulgar una ley que favorece a su amigo. Felipito cansado de tanta porquería, se lo tiene que contar a alguien. (no a su mujer porque de chisme de la peluquería de la esquina no pasaría) Entonces decide hacerlo a lo grande y llama a un destacado periodista para que lo ayude.
El periodista publica la noticia ya que es su deber, pero comienza la persecución a él y a su informante… Por la ley del diputado Harb, el periodista tiene que dar a conocer su fuente y el pobre Felipito termina abaleado a más de acuchillado, es encontrado dos meses después en la Perimetral.

Para ahorrarme un poco las moralejas de cada una de las historias, la reflexión me encamina a la siguiente dirección:
Los anónimos por lo general suelen ser usados para el chisme, el cuento malicioso, la mofa y convertir en burla a algunas personas, es una salida un poco valiente.
En el caso opuesto y según la apreciación dicta; en muy pocos casos se lo utiliza con un fin noble o sensato, la principal causa para usar el recurso del anonimato es claramente evitar la persecución.

Que quede claro que me refiero al anónimo como tal, el que no firma en sus escritos o no utiliza un nick para ello. El nick viene a representar una identidad, entonces no entra dentro de esta corta reflexión.
Espero poder seguir con el tema, eso será en el anónimo parte 2 —la venganza—.

Por el momento los anónimos en mi blog… no son perseguidos, así que pongan sus nicks!