El otro día escuché que "en tiempos de Google, nadie es ignorante", y sumado a eso el buen Pictoline ayuda a que muchos de nosotros no quedemos como activistas de teclado carentes de reflexión. En una de sus infografías, explicaba el motivo por el que enero, -el primer mes del año y en el que supuestamente tenemos los propósitos para ser mejores a flor de piel- se perciba extremadamente largo*, y para ser sincero, en mi cómodo asiento, enero y lo que va de febrero se me han hecho eternos, dando algo de razón a los dibujantes mexicanos.
Y es que enero en la oficina, es ese mes feo y aburrido, en el que no pasa nada (el año anterior fue lo opuesto, pero es la excepción que hace extrañar la regla) y aprovechando el letargo propio de este tiempo, lo he tomado como un período para descansar y dejarme ganar un par de veces la batalla por la pereza. Y aunque suene a confesión, este tiempo lo he tomado para intentar dormir 8 horas -porque uno se va poniendo mayor y no hay como seguir en el ritmo de dormir solo 3 horas- he querido dedicarle un poco de cabeza a buscar nuevos retos que sacudan el «día a día» y hagan más llevadero el trajín. Como siempre las ganas de hacer esto se ven entorpecidas con el mismo «día a día» y que para darme ánimo tengo que repetirme constantemente que seguramente el mundo no se hizo en 7 días y que el camino que lleva al futuro no siempre es claro, y que por si fuera poco; a más de complicado, largo e incierto, no siempre te va bien y te raspas el pellejo en el recorrido y que volviendo al tema de la edad, cada rasponcito que te haces, ahora deja una gran cicatriz.
Cicatrices que obviamente no se ven bien, pero como diría el buen Dr. Lecter: lo bueno de las cicatrices es que tienen el poder de recordarte que el pasado fue real. Y pienso que a eso hay que apuntar, a seguir buscando, a seguir caminando a seguir lastimándose y con ello a seguir marcándose.
Dicho esto voy a buscar la cena.
Ta ta
P.
ps. El link para la infografía de Pictoline esta por acá
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